Çilbir o el poder de resucitar a los muertos
Cuando bebes el mundo aún está ahí afuera, pero en ese momento no te tiene cogido del cuello.—Charles Bukowski, en Factotum.
Resulta que existen días escuálidos, ya pronosticados al desvelarse con una lengua áspera, los músculos atrofiados y la tenue mirada anidada bajo cuencos de desolación. Surgen, en esos días, leves suspiros mientras, con ojos achinados, uno tantea el despertador y sentencia que es la hora cercana al alba del almuerzo. Otro suspiro. Sí, queridos lectores, nos encontramos ante una evidente resaca o, como es conocido en el mundo anglosajón, ante un colosal hangover. Bueno, quizás no tan colosal porque los dolores de cabeza no están en el parte del vencido ni el estómago se encuentra en un estado de poder simular la erupción del Vesubio. Pero es en estos días -al menos en uno reciente- donde contemplé la posibilidad de elaborar un brunch capaz de hacer resucitar a los muertos, rescatando un plato como es el Çilbir. El Çilbir son huevos escalfados con yogur y aderezado con un fundido de mantequilla especiada. He alterado algo la receta original que se remonta al siglo XV y era un plato elaborado en los palacios de los antiguos sultanes otomanos. Simplemente les he incluído una mezcla de cilantro, albahaca y perejil que le dan un toque fresco a este remedio real de resaca. También he empleado el sumac, especia extraída de las bayas rojas del zumaque y que todavía conservo de mi último viaje a Turquía. En caso de no tener sumac, pueden emplear chili molido. Por cierto, no cometan la blasfemia de comprar cualquier yogur de marca blanca. Creo que este plato merece la presencia de un yogur digno de llamarse así. Y sin más pretensiones ni esnobismos de paladar fino, les dejo la receta:
Ingredientes para 1 persona:
- 2 huevos
- 1-2 dientes de ajo
- 2-3 cucharadas de yogur griego (en mi caso MEVGAL)
- Sumac (o chili molido)
- Sal
- Vinagre
- Cilantro, Albahaca y Perejil fresco
- 1-2 cucharadas de mantequilla
Frecuencia musical: Emre Kaya – Teşekkür Ederim
Elaboración:
1. Lo primero es lo primero: preparar el café.
2. Calentamos el agua en una cazuela grande e incorporamos una pizca de sal marina gruesa y un chorrito de vinagre, pongamos que 2-3 cucharadas. La técnica del escalfado varía bastante pero lo importante es que llegue a embullición y en ese mismo instante bajar el fuego. Con ayuda de una espumadera removemos el agua y, con delicadeza, introducimos el huevo cascado en un pequeño cuenco. Dejar durante aproximadamente 3 minutos en el agua y extraer con sumo cuidado, ayudándose con la espumadera. Escurrir. Se puede dejar sobre papel de cocina antes de emplatar pero cuidado con no romper el huevo.
3. Mientras, en otra cazuela de menor tamaño, verter la mantequilla y dejar que se derrita. A continuación añadir el diente de ajo bien picado. Seguidamente sumarle el Sumac o, en su ausencia, el chili molido. Mezclar bien hasta que tomen un buen color el ajo. Por último añadir un puño de mezcla de hojas de cilantro, perejil y albahaca bien picada. Es importante que sean frescas para este mix. Retirar al minuto del fuego.
4. Emplatamos los huevos y a un costado añadimos el yogur griego. Vertemos sobre dichos elementos la mantequilla fundida y especiada. Indispensable es que se acompañe este plato con unas rebanadas de buen pan artesanal. En mi caso también le incluyo unas rodajas de pepino, tomate y queso feta u otro queso semicurado de oveja o cabra.
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